Ignacio Muro Benayas

Política, economía, medios, participación

Transición digital y cohesión territorial. Implicaciones en el modelo de desarrollo

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Autor Ignacio Muro Benayas.

Ponencia al Congreso Ordenación del Territorio CIOT XXI


INDICE

  1. DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES Y DESARROLLO CAPITALISTA
    1. De 1970 a 2008. De la concentración a la dispersión de la riqueza.  
    2. 2001. La crisis del multilateralismo
    3. 2008. Economía Digital y nuevo Orden Mundial
    4. Los repliegues de la Globalización. 
  2. LA METROPOLIZACIÓN Y LAS ECONOMIAS DE AGLOMERACIÓN
    1. La nueva geografía económica y la economía digital 
    2. La gentrificación, símbolo de la transformación interna de la gran ciudad
    3. Las deseconomías de escala en la aglomeración urbana
  3. ESPAÑA: VIEJOS Y NUEVOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES 
    1. Otras deseconomías territoriales: la España vaciada
    2. El madrileñismo como modelo “metropolitano centralista”
  4. ¿PUEDE LA TRANSICIÓN DIGITAL CONTRIBUIR A REEQUILIBRAR ESE ECOSISTEMA?
    1. Reequilibrio territorial y teletrabajo
    2. Reequilibrio territorial y nuevos Sistemas regionales de innovación. Su aplicación al turismo
  5. CONCLUSIONES 

La transicion digital es un vector decisivo que forma parte de este momento histórico en el que convergen, al menos, otras dos transiciones, demográfica y medioambiental, también de dimensiones descomunales.  Todas ellas están modificando las relaciones territoriales norte-sur en su sentido más amplio y alterando los modelos de desarrollo conocidos.

La cuestión es analizar hasta qué punto el cambio digital puede modificar los vectores estructurales que han definido y alimentado los modelos de relación territorial en el pasado. De conseguirlo en alguna medida, significaría que ha alterado una potente inercia alimentada por factores económicos y políticos que definen el actual sistema de poder global.

No obstante, nada es eterno. Y como prueba conviene repasar y sintetizar los cambios profundos sufridos en los últimos 50 años, lo que, de paso, ayudará a entender cómo influyen los cambios políticos y económicos en los equilibrios y desequilibrios territoriales.

DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES Y DESARROLLO CAPITALISTA

  1. De 1970 a 2008. De la concentración a la dispersión de la riqueza.  

La conexión entre leyes económicas, relaciones de poder y equilibrios territoriales fue en centro de muchos debates de los años 70 agrupados bajo la denominación genérica del desarrollo desigual.  En ellos se empezó a poner en cuestión una máxima dominante que aseguraba que «el subdesarrollo era la etapa previa al desarrollo». 

Los datos afirmaban lo contrario: el capitalismo había acentuado la concentración territorial de recursos y riqueza. Unos pocos países desarrollados concentraban la actividad principal manufacturera mientras la mayoría, proveedores de materias primas, quedaban encerrados en “los círculos viciosos de la dependencia”, originados por relaciones de intercambio desequilibradas. Tanto los flujos comerciales como los flujos financieros favorecían a los países del centro y acentuaban el desequilibrio en las relaciones internacionales. 

finales de los 80 ese paradigma saltó por los aires iniciándose un periodo conocido como globalización multilateral caracterizado por el desplazamiento intensivo de actividad, trabajo y tecnología hacia las economías periféricas.  China y por extensión a todo el sudeste asiático, pasa a considerarse como las “fabricas del mundo”.

El desencadenante del cambio fue, sin duda, la descomposición de la URSS y su enorme zona de influencia euroasiática que obligo a China a una apertura comercial que terminó modificando su entorno y el despertar de la India… De golpe, se abrieron enormes mercados exteriores hasta alcanzar a 6.000 millones de consumidores, es decir, al 86% del planeta, mientras poco antes el intercambio de bienes y servicios estaba limitado  a 2.500 mill, del 42% del planeta[1].

Se iniciaba una época en la que el mercado exterior garantizaba el tirón de la demanda agregada lo que, como contrapartida, significó el triunfo de la llamada “economía de la oferta”. Los países debían volcarse en ser competitivos lo que, en buena medida, fue interpretado como sinónimo de rebajar costes y deprimir sueldos. Había que olvidarse de los mercados internos y preocuparse de ganar cuota en los externos. 

El capitalismo (léase las grandes corporaciones) ya no concentraba recursos, sino que los dispersaba. El peso de los países occidentales (principalmente EEUU y Europa occidental) que se acercaba al 60% del PIB global en los años 70, disminuyó rápidamente hasta situarse en el entorno del 40% en la primera década de este siglo. Como contrapartida, Asia (incluido Japón, sudeste asiático y China) pasó de aportar un 19% a superar el 40%.

La velocidad de crecimiento del comercio internacional se fue acelerando, pasando de duplicar al crecimiento del PIB mundial a casi cuadriplicarlo en el comienzo del milenio. Más deprisa aun se desarrolla el mercado de capitales a tasas que duplicaban el crecimiento del comercio.  

  1. 2001. La crisis del multilateralismo

En 2001, la caída de las Torres Gemelas y el inicio de las operaciones militares (Afganistán, Irak), ponen punto final, de facto, al multilateralismo, que se manifiesta pronto en la parálisis de la Cumbre de Doha de la OMC. Buena parte de esa parálisis se debe al comportamiento de las grandes corporaciones que se empiezan a sentir incómodas ante la incapacidad de cerrar acuerdos en Comisiones en las que estaban presentes “los gobiernos”, pero también la sociedad civil representada por ONGs. 

EEUU y otros países centrales (también Alemania) inician la firma de acuerdos bilaterales con terceros países que componen una red-paraguas bajo la denominación genérica de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones. (APPRI) de los que el TTIP entre EEUU y la UE constituyó la última expresión. Su rasgo singular es que, por primera vez, incorporan sistemas de arbitraje que colocan a “los inversores” (es decir, las grandes corporaciones) al mismo nivel que los Estados. 

Como problema de fondo, late la desaceleración progresiva del comercio internacional y el evidente agotamiento del paradigma basado en la competitividad exteriorLa dispersión de actividad a favor de China y los países emergentes, simbolizados en los BRICs, empezaba a tener efectos y reconfigurando un mapa territorial con nuevas ventajas competitivas. 

El informe de UNCTAD 2005 señalaba ya que más de la mitad de las transnacionales que más habían invertido más en I+D habían utilizado China, la India o Singapur para desarrollar sus programas. Siguen caracterizándose por una explotación intensiva del trabajo, pero con un trabajo de creciente cualificación capaz de producir productos y servicios avanzados. La transferencia de tecnología y el desplazamiento de centros de investigación, les permitía comenzar a mostrarse competitivos también en actividades de medio y alto valor desde automóviles a trenes de alta velocidad, desde software a terminales tecnológicos o a nuevas energías y materiales.

Las nuevas ventajas competitivas alteran los equilibrios geoestratégicos del mundo que apuntan ya a una alteración del orden mundial.

  1. 2008. Economía Digital y nuevo Orden Mundial

La crisis del 2008 pone patas arriba el sistema financiero y abre una etapa en la aparecen dibujados los posibles cimientos de un nuevo orden internacional. El creciente liderazgo de la economía digital y las grandes tecnológicas refuerza la concentración de poder en EEUU aunque no se alteran los procesos industriales, es decir que se sigue deslocalizando la fabricación hacia China y países de Asia. 

Las pugnas sobre la hegemonía mundial empiezan a depender, abiertamente, de las ventajas tecnológicas. 

Los Google, Appel, Microsoft, Facebook, Amazon… monopolizan la innovación disruptiva y atraen, como nunca antes, a los mejores talentos a sus universidades y centros tecnológicos.  En los ocho años de la administración de Obama, EEUU muestra al mundo su imagen más optimista, con la producción de mitos culturales e ideológicos (emprendimiento, economía colaborativa, entornos abiertos, creatividad) que triunfan en el mundo.

En 2013 otro acontecimiento va a contribuir a dar un salto cualitativo en el quilibrio de poder global. El ascenso al poder del presidente Xi Jinping en China significa el  abandono definitivo de la política de perfil bajo y máxima prudencia que caracterizó la gobernanza china desde Deng Xiaoping. Con su programa internacional conocido como 

la Ruta de la seda (One Belt, One Road) pone en marcha una activa política exterior que supone el mayor programa de infraestructuras de la historia al que se incorporan pronto 65 países. 

Al tiempo, con su programa “made in China 2025 manifiesta su voluntad de liderar la transición hacia la electrificación y la digitalización de la economía lo que se traduce en el impulso a grandes corporaciones tecnológicas chinas: Lenovo, TIKTOK, Xiaomi, Alibaba y, sobre todo Huawei, líder en la tecnología 5G y también líder mundial de venta de equipos (desde 2014) y de móviles por encima de Appel y Sansung (2018)

Esas iniciativas han permitido a China aumentar su influencia comercial y política por todo el planeta. Aproximadamente dos tercios de los países del mundo (incluida la UE en su conjunto) comercian ya con China más que con EEUU. Y aproximadamente la mitad de los países del mundo comercian con China al menos el doble que con EEUU.[2]

  1. Los repliegues de la Globalización. 

La llegada de Trump en 2017 supone el abandono definitivo de cualquier retórica multilateral colaborativa y conduce la gobernanza global hacia el unilateralismo imperial adobado de repliegue nacional. 

La “ley del más fuerte” destila su presencia global sin adorno alguno mientras muestra su deseo de dejar de estar presente en la solución de “conflictos eternos”.  Con gran apoyo popular procedente de los perdedores de la globalización y de parte de la América corporativa más rancia: petroleras, eléctricas, industria del fracking, sectores inmobiliarios y del juego y la industria financiera.

La batalla contra las tecnológicas chinas se aborda con medidas directas sobre Huawei que aunque lidere el 5G muestra su dependencia de los sistemas operativos (Android) y los microprocesadores (Entel) de procedencia USA. 

El repliegue de la globalización en clave nacional es compartido por una nueva derecha con diferentes versiones del “nosotros, primero” en países clave (EEUU, Reino Unido, Polonia, Hungría, Brasil, Italia, …)

La repentina crisis del COVID provoca inmediatamente el reconocimiento del estado como actor económico de última instancia, como prestamista, proveedor y garante de actividad. En el fondo de ese reconocimiento late una evidencia: la convergencia de las transiciones medioambientales, tecnológicas y demográficas provocan rupturas imprevisibles y añaden un alto riesgo a las decisiones estratégicas.  En ese contexto, se asume que el mercado se muestre incapaz de organizar el reparto de recursos a largo plazo. El sector público debe dirigir la economía y organizar la presencia en sectores estratégicos. 

Ello provoca un nuevo consenso que augura otro tipo de repliegue de la globalización. La ruptura de las cadenas de suministro reclama un modo de producción con un centro de gravedad más próximo, propiciando una economía más autocentrada que supone un cambio esencial en la globalización económica. 

No es admisible un futuro en el que el 80% de los principios activos de todos los medicamentos que consumen los europeos se sigan produciendo en China e India. Una parte significativa del abastecimiento de la cadena de suministro se debe atender mediante proveedores cercanos, lo suficiente para asegurara los abastecimientos críticos, aunque eso signifique mayores precios y riesgo probable de presiones inflacionistas.

Se asume y reconoce la existencia de sectores estratégicos (alimentación, sanidad, energía…) como articuladores de un proyecto de país. También que Las ‘relocalizaciones” se incentivan mediante políticas públicas.  La UE incentiva la fabricación de microprocesadores de última generación y las instalaciones de pilas eléctricas. Japón, incorpora en sus paquetes de estímulo una abultada partida para subvencionar el retorno de compañías japonesas que fabrican en China.

De alguna forma, la lógica del estado emprendedor de Mariana Mazucarto se ha instalado en las mentes de las clases dirigentes.

  • LA METROPOLIZACIÓN Y LAS ECONOMIAS DE AGLOMERACIÓN

Una vez repasados los cambios tecnoeconomicos sufridos en los últimos 50 años, su conexión con acontecimientos políticos y sus efectos sobre los equilibrios y desequilibrios territoriales conviene acompañarse de algunas reflexiones y análisis económicos que profundizan sobre ellas y explican sus efectos.

  • La nueva geografía económica y la economía digital 

La llamada Nueva Geografía Económica[3] corriente que encabeza Paul Krugman, 

aporta reflexiones e instrumentos para explicar la lógica de la localización de los recursos y la riqueza en el espacio en la moderna economía digital y enfatiza sobre los nuevos rendimientos crecientes que provocan las llamadas economías de aglomeración

Éstas se entienden como los beneficios obtenidos por las empresas por localizarse en las cercanías de otras de sectores diversos y aprovechar los efectos de red como nuevas formas de economías de escala. 

La existencia de economías de aglomeración es determinante para explicar los vectores que hacen aumentar las ciudades en tamaño y población. Esta concentración genera ventajas y desventajas que son explicadas recuperando las lógicas del modelo centro-periferia que explicaba el binomio desarrollo-subdesarrollo en los años 70. 

En su versión actualizada, trata de explicar cómo afecta esa concentración a las regiones y territorios limítrofes y cómo afecta internamente a las grandes zonas metropolitanas. En particular, el modo en que transforma a la propia ciudad, con un núcleo que actúa como área principal de alta densidad en recursos avanzados, rodeada por un área con actividad mucho menos densa que puede replicarse también en la periferia de la ciudad, en nuevos núcleos urbanos cercanos que asumen el rol de parques empresariales.  

La aglomeración genera economías de escala por muchos motivos. Porque concentra zonas de alta demanda, porque facilita el acceso a bienes y servicios especializados, porque favorece un mayor despliegue tecnológico y un mayor uso de recursos digitales y porque facilita la concentración de grandes poblaciones de trabajadores calificados y bien retribuidos que intercambian conocimientos, ideas e información. 

  • Metropolización: las megaurbes como referencia del capitalismo de servicios 

Mientras la revolución industrial descansaba en las regiones, considerado el espacio territorial que mejor agrupaba y describía las ventajas comparativas de la especialización productiva, la presente globalización ha convertido las ciudades en el contenedor que mejor describa la nueva economía de servicios. 

El nuevo marco global concentra, cada vez más, las actividades económicas centrales en torno a las grandes ciudades: Nueva York, Londres, Paris y, en nuestro caso, Madrid y, en mucha menor medida, Barcelona. 

Ese nuevo ecosistema urbano, en el que confluyen la presencia intensiva de las grandes corporaciones y la especulación urbanística, conforma los nuevos centros de poder que actúan como succionadores de buena parte de los recursos disponibles, sean de capital, energía o talento, que asociamos a la moderna economía de servicios de alto valor.

A grandes rasgos, podríamos decir que, si la deslocalización de la industria al continente asiático ha sido un vector esencial en la distribución territorial de recursos a nivel global, su complemento y contrapartida sería la concentración de poder y riqueza en torno a las grandes capitales, asociada a la economía de servicios.

Las economías de aglomeración en las megaurbes está directamente asociada a la capacidad de captación de las sedes de grandes corporaciones acompañada siempre de una presencia intensiva de capital financiero y grandes grupos inmobiliarios, amalgama que acentúa su comportamiento como nuevos centros de poder extractivos con “un efecto aspiradora sobre la riqueza de sus países” como expresaba un atractivo titular de La Vanguardia.[4]

  • La gentrificación, símbolo de la transformación interna de la gran ciudad

La metropolización está en conexión directa con el fenómeno de la gentrificación del centro de las ciudades que concluye con el abandono de capas populares y su migración a las periferias urbanas. Se trata de una tendencia general pero que pasa a adquirir una importancia decisiva en urbes con gran relevancia económica y/o gran potencial turístico

Surge como consecuencia de un proceso de transformación de algunos barrios deteriorados o en declive, a los que el capital inmobiliario detecta como potenciales zonas generadoras de plusvalía. Se manifiesta, de forma inmediata, en un aumento de los alquileres en general y, en particular, del coste habitacional en sus residentes tradicionales.​ Esto induce a que éstos, incluidos el pequeño comercio y la pequeña empresa de servicios, abandonen el barrio y se afinquen en barrios periféricos.

El espacio rehabilitado es ocupado por clases sociales profesionales con “especial sensibilidad” y suficiente capacidad económica para afrontar estos nuevos costes.

Junto a los nuevos residentes aparecen nuevos usos comerciales y de servicios, con la aparición de tiendas pertenecientes a grandes cadenas, basadas normalmente en franquicias, que relegan y sustituyen a los pequeños negocios. De modo, que la gentrificación no se centra únicamente en los aspectos físicos, sino que involucra una serie de cambios en la conformación de la población y se caracteriza por el desplazamiento de un estrato social bajo por un estrato superior

Aunque se presente como un fenómeno natural e inevitable asociado a la demanda, es imposible no asociarlo a un determinado tipo de agentes que ejercen como motores de la gentrificación: son aquellos con capacidad de influir en el mercado inmobiliario, (instituciones de crédito, grandes promotores, grandes centros comerciales…) interesados en un uso más lucrativo de suelo y con el apoyo institucional suficiente. De hecho, suele ser habitual que en esas operaciones converjan recursos privados y públicos, justificados estos como programas de rehabilitación de barrios deprimidos. 

La gentrificación supone un cambio de mirada sobre las ciudades que trastoca su esencia: de ser consideradas como soporte de la actividad humana y económica pasan a convertirse en productos, en una mercancía mas. Esta ciudad-mercancía responde en gran medida a la explotación turística, mediante el uso de la arquitectura, el patrimonio histórico, el diseño, el arte. Es la economía urbana en auge, posmoderna y centrada en el sector financiero y de servicios, que encuentra como protagonista en primer lugar a promotores inmobiliarios seguidos de una clase media con elevado nivel cultural y suficiente nivel de ingresos.

Si descendiéramos al caso concreto de Madrid, veríamos un mapa reflejo de un modelo urbano compuesto por un núcleo central rodeado por diversos cinturones de autopistas basado en el típico modelo norteamericano. Ese urbanismo extenso es coherente con un planteamiento ideológico liberal que busca acentuar el perfil conservador de una clase media cuyas aspiraciones vitales descansan alrededor de pisos con piscina, impuestos bajos y colegios concertados.

  • Las deseconomías de escala en la aglomeración urbana

El contrapunto más evidente de la aglomeración en núcleos urbanos es la marginación de zonas suburbiales que dependen cada vez más de recursos asistenciales y de la provisión de las políticas publicas. 

Pero existen otras des-economías que se agrupan bajo la consideración de paradoja urbana que BBVA sintetiza [5]como efectos en cadena que son directamente proporcionales a la capacidad de atracción que ejerce el núcleo. 

  1. En primer lugar, la aglomeración en las ciudades hace que los precios de venta y los alquileres de vivienda aumenten de precio. En España, según Idealista, el precio de la vivienda (enero, de 2022) se sitúa en algo más de 1.800 euros por m2, destacando Madrid (con un precio cercano a los 3.000 euros) y mas del triple  (rondando los 10.000 €) en zonas destacadas del barrio de Salamanca.
  • El elevado precio de las viviendas hace que las personas tiendan a moverse hacia las afueras, lo que a su vez incrementa los tiempos de traslado y la congestión. En muchas grandes ciudades del mundo, como Londres, Sao Paulo o Lagos, con tiempos de desplazamientos diarios que se enmarcan entre las 3 y las 5 horas diarias, este problema se convierte en el definitorio de la desigualdad.  
  • La agotadora movilidad de ida y vuelta entre hogar y trabajo, los accesos desde los entornos suburbanos y la consiguiente aglomeración provocadas por el abastecimiento de los barrios inducen a un aumento creciente del nivel de contaminación en los núcleos mas densos de las grandes ciudades.
  • Finalmente, debido a la mayor desigualdad en la distribución de la renta que se observa en las ciudades, la proximidad a la riqueza y la mayor densidad de posibles víctimas, la tasa de conflictividad y criminalidad es, sin duda, mayor en las grandes áreas urbanas.

En el caso de Madrid, se produce además una nueva deseconomía. Y es que la concentración de poder político y económico sobre un territorio tan pequeño es tan descabellada, que tiene efectos devastadoressobre la estabilidad del sistema político y, en particular, de las estructuras partidarias. No es solo porque potencia la corrupción, sino porque las organizaciones se ven sometidas a una presión extra que impulsa el fraccionamiento. De hecho, no solo el PP, sino el PSOE o los grupos a su izquierda han sufrido las mayores crisis en sus organizaciones de Madrid. 

  • ESPAÑA: VIEJOS Y NUEVOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES 

Los desequilibrios territoriales han retroalimentado en la historia de España la dialéctica centro-periferia. El resultado ha sido la disputa permanente entre la centralización del poder político en Madrid y la dispersión del poder económico en las periferias que ha estado alimentado, respectivamente, por fuerzas centralistas, principalmente conservadoras, y fuerzas nacionalistas, especialmente en Cataluña y el País Vasco. 

Esa dialéctica ha actuado como una pinza que ha minusvalorado la contribución socioeconómica de buena parte del resto de las regiones del interior y periféricas.  

  • Otras deseconomías territoriales: la España vaciada

La que se conoce como “España vaciada” es la consecuencia de dos momentos migratorios muy distintos. En primer lugar, responde al despoblamiento de la España rural de los años 60 y 70, originado por el típico proceso migratorio del campo a la ciudad asociado a la urbanización acelerada que han sufrido, de unas formas u otras, todos los países. En nuestro caso se trató de un proceso acelerado y brutal que afectó a obreros y campesinos y estuvo asociada a la “repentina” mecanización del campo que trajo consigo el final de la autarquía franquista. Y tuvo como efecto indiscutible un aumento la productividad en los territorios afectados. 

El segundo momento migratorio, desarrollado en los últimos 15 años, consiste en un despoblamiento asociado a la metropolización que ha beneficiado a Madrid y descapitalizado, sobre todo, a ciudades importantes cabeceras del desarrollo regional. En las dos últimas décadas se ha triplicado el flujo neto de población desplazada desde Valencia y Sevilla a Madrid y se ha duplicado el procedente de Zaragoza o Pamplona. 

Grandes ciudades, con una renta alta, pierden población porque no pueden ofrecer los empleos que solo existen en la capital del país[6]. La extraordinaria acumulación de recursos privados y públicos en torno a Madrid, que ha permitido superar a Cataluña en tamaño económico, forma parte de esa tendencia general que favorece a las grandes capitales de Europa y de todo el mundo. 

La cuestión es que Madrid (y en mucha menor medida Barcelona) ya no atrae a población campesina sin estudios, sino que se lleva a la población clave, los jóvenes cualificados, un cambio crucial que define el perfil viciado de las nuevas relaciones territoriales caracterizada por una fuga de cerebros. La descapitalización humana de las zonas periféricas agudiza las carencias de productividad de su modelo productivo mientras alimenta los procesos de acumulación en las áreas metropolitanas receptoras.  

El 40% de los empleos de alto nivel tecnológico creados en España en la última década se concentran en la Comunidad de Madrid[7]. Ese rasgo la permite consolidarse como una economía de servicios de alto valor, con un porcentaje de ocupaciones de cuello blanco altamente cualificadas, que supera el 48%, a mucha distancia de Euskadi (36,6%), Catalunya (34,7%), Cantabria (34,5%) y Navarra (34,1%).

Se trata de un modelo de crecimiento que tiene claramente tintes extractivos en la medida que succiona negocios, rentas y talento de buena parte de España. 

Esa dinámica solo puede ser combatida desde nuevos planteamientos territoriales que resuelvan el fondo de los desequilibrios. Desgraciadamente, lejos de desarrollarse planteamientos federalizantes que impulsen la versión más cooperativa del Estado de las Autonomías. la dos últimas décadas han agudizado las tensiones territoriales, potenciadas, entre otras cosas, desde una metropolización de Madrid desde planteamientos ideológicos, como veremos en seguida. 

  • El madrileñismo como modelo “metropolitano centralista”

Los planteamientos centralistas han buscado siempre potenciar Madrid para convertirlo, también, en elcentro de poder económico. El esquema territorial soñado en los 90 por el presidente Aznar imaginaba a Madrid emulando a Paris y duplicando el peso poblacional y económico de Barcelona, mientras impulsaba a Valencia como polo periférico amigo para contraponer el liderazgo de Barcelona en el Mediterráneo.

Unificar poder económico y político significaba mantener o incluso potenciar en Madrid los privilegios institucionales que comporta la capitalidad. Se trataba de cabalgar sobre los vectores económicos que favorecían a las grandes urbes para desarrollar un modelo de metropolización asistida, potenciado por ventajas institucionales y fiscales que, difícilmente, pudiera contrarrestarse desde las periferias.  

El debate político sobre federalismo o recentralización refleja las diversas formas de encontrar “soluciones” a los desequilibrios territoriales. El impulso a una metropolización potenciada por el factor capitalidad es la forma en que las lógicas centralistas, alimentadas principalmente por la derecha tradicional, han compensado los rasgos federalizantes del Estado de las Autonomías. 

Lo que se entiende como “madrileñismo” es la expresión política actualizada de ese modelo de poder conservador, hegemónico en los últimos 35 años. Se trataría de un discurso político (ahora concretado en “Madrid es libertad”) imprescindible para galvanizar los sentimientos de diversas capas urbanas favorecidas por una renta de situación y unas ventajas institucionales evidentes. Un discurso que les permite pasar a la ofensiva para así frenar la incomodidad y el desapego, sordo pero creciente, existente en las diferentes comunidades autónomas.

Estas reclaman un terreno de juego mas transparente y equilibrado sin las ventajas añadidas, en privilegios institucionales y dumping fiscal, que el actual ofrece a Madrid. 

No es solo el efecto de concentrar 150.000 funcionarios estatales que trabajan en departamentos de industria, agricultura, pesca, turismo… que deberían estar repartidas en las comunidades competentes en esas actividades siguiendo una lógica federal, de la que Alemania es ejemplo. El problema es que esa concentración burocrática alimenta unas prácticas que multiplican otras ventajas añadidas como, por ejemplo, que, según datos del IVIE, la administración estatal haya adjudicado el 59% de los contratos públicos a empresas de la capital entre 2012 y 2019.

El dibujo del modelo se completa con la competitividad añadida por el uso del dumping fiscal que incentiva la captación de nuevos recursos y termina de subordinar el despegue del resto de las CCAA.  La altísima concentración de recursos privados y públicos en Madrid facilita el suministro de servicios con un nivel aceptable construidas desde la típica lógica liberal:  bajos impuestos y gestión dual publico-privada, con peso creciente de servicios privatizados en sanidad, educación y atención social.  

Es evidente que si Madrid tuviera un estatuto de capital federal estaría obligada a ser ejemplo de lógicas colaborativas, nunca se le permitiría que utilizara el dumping fiscal para terminar de despojar de recursos al resto de territorios.

  • ¿PUEDE LA TRANSICIÓN DIGITAL CONTRIBUIR A REEQUILIBRAR ESE ECOSISTEMA?

El desarrollo de la transformación digital es un vector decisivo que forma parte de un momento histórico marcado por transiciones demográficas, medioambientales y tecnológicas. En particular, las pautas post COVID están contribuyendo, como hemos visto, a nuevas lógicas de relocalización de la actividad y el empleo.  

La cuestión es analizar hasta qué punto el cambio digital puede contrarrestar los vectores estructurales, tanto los de naturaleza económica como institucional o política, que han definido y alimentado las relaciones centro-periferia que definen el modelo territorial vigente en nuestro país.

  • Reequilibrio territorial y teletrabajo

¿Hasta qué punto modificará el teletrabajo las decisiones residenciales? ¿Facilitará la digitalización la localización de empresas en espacios hasta ahora desfavorecidos? ¿Qué espacios pueden resultar favorecidos: las ciudades medianas o los espacios rurales? Dicho de otra forma, ¿contribuirá el cambio digital a atraer recursos (capital y trabajo) que suavicen la distancia entre las megaurbes y las ciudades de tamaño medio o en general entre los espacios urbanos y los rurales? 

Las ciudades han sido y seguirán siendo ejes de desarrollo gracias a las notables sinergias que tienen lugar en su seno en lo que respecta a la generación, difusión y acumulación de conocimiento. Por tanto, es difícil que el incremento del teletrabajo o la captación de negocios llegue a revertir la tendencia secular hacia una mayor urbanización y densidad de población en las ciudades.

En cambio, sí podría contribuir a moderarla. Hay que tener en cuenta que muchos trabajos, como los relacionados con el turismo o los servicios personales, difícilmente pueden realizarse en remoto. De hecho, se estima que solo un tercio del total de los empleados españoles podría desempeñar sus ocupaciones en remoto[8] pero, teniendo en cuenta, que antes de la pandemia algo menos de un 5% de los ocupados en España[9] recurrían de forma habitual al teletrabajo, es evidente que hay margen para que su desarrollo tenga algún efecto en el reasentamiento de la actividad y el empleo.  

¿Es este potencial homogéneo a toda la geografía española o hay diferencias importantes? Las hay. Así, si clasificamos los municipios españoles según su potencial de teletrabajo, obtenemos que un 39% de los trabajadores que residen en grandes ciudades podrían teletrabajar, frente a un 30% en zonas urbanas intermedias y un 23% en las zonas rurales.

Lo que observamos en el grafico adjunto es que precisamente Madrid destaca entre las grandes ciudades por su potencial de teletrabajo y que las zonas urbanas intermedias que pueden ser más favorecidas están localizadas principalmente en territorios ricos como Madrid, Navarra, Aragón, País Vasco o La Rioja. Y lo mismo ocurre, si nos referimos a las zonas rurales: también en ellas destacan las ubicadas en las zonas más desarrolladas.

  • Reequilibrio territorial y nuevos Sistemas regionales de innovación. Su aplicación al turismo

Las nuevas Plataformas Regionales de Innovación nacen con la vocación de construir nuevas oportunidades territoriales a partir de una relectura de los factores clave de una comunidad que potencien economías de escala de aglomeración. Es decir, pretenden aumentar la competitividad de un territorio a partir de los incrementos de productividad agregados por un efecto de amalgamamiento de iniciativas multisectoriales y multidisciplinares diversas, publicas y privadas.

Lo que denominan “relectura de los factores clave de una comunidad” es la búsqueda de un hilo conductor que proporcione una nueva conexión entre lo tangible (industrias tecnológicas, vino, productos agricultura) y lo intangible (formación, cultura, gastronomía, ocio) que identifica a un territorio.

Aunque esas iniciativas surgieron en territorios que conectaron sectores de alta tecnología y centros de formación muy especializados (con ejemplos como Pocatiére en Quebec o Lahtí en Finlandia) incorporan una nueva conceptualización de los motores de desarrollo[10] que empieza a extenderse a sectores asociadas a las industrias del ocio y la cultura, en los que el turismo se integra. La plataforma de arte y alimentación en la Toscana italiana o la plataforma de innovación culinaria Gladmat (Noruega) son ejemplos en ese sentido.

En España, La Rioja ha encontrado sus señas de identidad en la fusión de activos muy diferentes, (la industria del vino, el turismo cultural asociado al Camino de Santiago, la lengua castellana y vasca en San Millan de la Cogolla) y ha sabido construir, desde ellos, un asidero moderno que permita resaltar sus especificidades singulares.

Euskadi aporta desde el Basque Culinary Center [11] otra de las iniciativas más innovadoras. Impulsada desde la Universidad del Grupo Mondragón, una cooperativa de gran tradición industrial, integra actores muy diversos: de un lado grandes chefs que le dan una dimensión internacional; de otro, AZTI, un centro tecnológico de innovación marítima y alimentaria; por último, empresas sectoriales que le conectan con la más diversa realidad productiva incluida, la que aporta la cooperativa andaluza COVAP, -otra gran experiencia de economía social, por cierto-.

Son experiencias que parten de la evidencia que lo tangible y lo intangible se fusionan en la nueva economía: el vino es industria, pero se revaloriza cuando se asocia a la gastronomía y al ocio; el turismo es servicios, pero aumenta su valor cuando se apoya en la cultura. Esa fusión genera entornos estratégicos en los que no siempre la manufactura es el principal elemento tractor.

Las economías de escala por amalgamiento se manifiestan en el hecho que los incrementos de productividad y competitividad acumulados por esas iniciativas multiplican los generados por separado en cada uno de los sectores que participan en ellas. Ese efecto red supone asumir una lógica que entra de lleno en los cambios propuestos por la economía digital.

Esas nuevas economías son, sin embargo, difícilmente compatibles con las economías para las que la opción turística es tan intensa (superior al 35% del PIB por ejemplo) que convierte a su economía en tan claramente dependiente de ese sector, que roza lo que se entiende como monocultivo.

  • CONCLUSIONES

La transformación digital no es un proceso aislado, sino que forma parte de un periodo de un par de décadas, marcado también por las transiciones medioambientales y demográficas que acabaran definiendo una nueva especialización productiva con efectos territoriales. 

La experiencia de los últimos 50 años muestra una dinámica de cambios que han favorecido la concentración o la dispersión de riqueza en unos y otros territorios. DE cara al futuro, es obvio que el vector principal que definirá las ventajas relativas de unos u otros dependerán de la capacidad de EEUU de mantener su hegemonía cuestionada por la pujanza China. La forma en que la UE se posicione entre ambos será determinante para comprender el papel de España.

La intervención del Estado y, en consecuencia, la importancia de las políticas públicas va a ser un vector determinante en la construcción de los nuevos equilibrios territoriales.  Las tendencias espontáneas que puede generar el teletrabajo son insuficientes para contrarrestar los vectores dominantes que definen la distribución territorial de la población y la actividad económica. Pero, pueden ser suficientes, si cuentan con el impulso de políticas publicas, mucho más si se arropan por cambios institucionales que fomenten un federalismo colaborativo.  


[1] Thomás Friedman. La tierra es plana: breve historia del mundo globalizado del siglo XXI 

[2]  La Vanguardia 17.02.2022. Cómo el giro hacia el Pacífico de la Alianza Atlántica puede romperla

https://www.lavanguardia.com/internacional/vanguardia-dossier/revista/20220217/8002783/como-giro-pacifico-alianza-atlantica-romperla.html

[3] ¿Es tan nueva la Nueva Geografía Económica? https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-71612014000200001

[4] La Vanguardia 13.10.2020. Las capitales europeas aceleran el efecto aspiradora de la riqueza de sus países. 

[5] ¿Sabes cuál es el efecto de las economías de aglomeración y de escala en la ciudad? https://www.bbva.com/es/sabes-cual-es-el-efecto-de-las-economias-de-aglomeracion-y-de-escala-en-la-ciudad/

[6]  La metropolización de Madrid vacía las provincias ricas de España.  El Confidencias 27.09.2019 https://www.elconfidencial.com/economia/2019-09-27/exodo-urbano-espana-llegadas-madrid-ciudades_2240155/

[7] La competitividad de las regiones españolas ante la economía del conocimiento. IVIE y Fundación BBVA

[8] Estimación CaixaBank Research de acuerdo con los microdatos de la EPA y la metodología de Dingel y Neiman (2020). Véase el Focus «La COVID-19 da un empujón al teletrabajo» en el IM06/2020.

[9] Según datos de Eurostat: https://ec.europa.eu/eurostat/web/products-eurostat-news/-/DDN-20200424-1.

[10] Construyendo redes de innovación regional. https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00343400600725228

[11]  https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00343400600725228

Written by Ignacio Muro

03/04/2022 a 10:34

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